Ganadores VI Concurso Cuento Corto de Vitacura: Lo mejor de mi vida

24 JUN 2022

Aquí puedes leer los 3 primeros lugares y las 7 menciones honrosas de este concurso literario que invitó a pensar y escribir «Lo mejor de mi vida». ¡No te los pierdas!

Para más información, puedes llamar al teléfono 222 403 610 o escribir al correo lomattacultural@vitacura.cl

  • 24 JUN 2022

Luego de un exhaustivo proceso de selección, el jurado del VI Concurso Cuento Corto de Vitacura, integrado por Patricia Corona, Periodista y licenciada en letras, máster en periodismo, María José Egaña, Periodista, máster en gestión cultural y diplomada en gestión de Bibliotecas Públicas y Juan Andrés Piña, Periodista y máster en literatura hispanoamericana, seleccionó a 3 ganadores y otras 7 menciones honrosas, que puedes leer a continuación.

Primer lugar:

¿Estarás conmigo hasta el final?

Parecía que la luz dañaba sus ojos.

Intentó con sus manos tantear lo que le rodeaba, pero no logró identificar nada. Su cuerpo parecía incrustado en la cama y su respiración, un poco agitada, era acompañada por un quejido agudo, el que, en cierta manera, sonaba como el incómodo anuncio de un pronto final.

Escuchó un ruido similar a una pisada. Luego, la ventana se abrió golpeando la pared y dejando entrar una ventisca fría.

—¿Quién anda ahí? Sofía, ¿eres tú? ¿estás acá? ¿has venido a verme? Sabía que al final perdonarías a este pobre viejo, sabía que no me dejarías abandonado como a un perro.

Dejó de moverse a la par que una sonrisa de sosiego se instaló en su rostro. Afuera de la habitación algunas sombras pasaron raudas, como si atendieran asuntos urgentes.

—Sofía, gracias por venir, sabía que al final entenderías que no se puede vivir con rencor. Solo el sentir que estás acá me hace sufrir menos. ¿Vendrás todos los días? ¿Me acompañarás hasta el final? Sofía, contigo pase los mejores momentos de mi vida. Yo sé que te quedarás, porque tú eres buena de adentro, siempre lo fuiste.

El viento movió su cabello. Su rostro estaba pálido pero en paz. Sintió que alguien acariciaba su mano. El frío desapareció.

De repente, una fuerza, que emergió desde su interior, levantó su pecho con violencia y lo hizo exclamar un último quejido fatal. Era su hora. Antes de morir, sin embargo, logró abrir sus ojos por completo y examinar su habitación.

Estaba solo.

Sebastián Alvarado / 32 años / Macul


 

Segundo lugar:

La ofrenda oblicua

Reencontrar lo que creíamos enterrado sin remedio había ocurrido antes, aunque no de esta forma. Sin preverlo ese día los reos tenían doble ración de comida y durante toda la jornada las radios sintonizaron a la perfección. Era un secreto a voces que estaba irrumpiendo aquello que otrora tanto nos costó perder y por un influjo fascinante el gobernante de turno repartía dinero y cebollas en su Palacio, títulos de propiedad, aros de porcelana. Las filas de los comercios desaparecieron, nadie estaba enfermo de nada y a ningún sándwich se le caía el tomate o desbordaba implacable la mayonesa. Por la noche no había ampolleta que se estropease al pasar la corriente y las servilletas en los cafés fueron asombrosamente suaves y en abundancia. Inclusive los perros y los gatos eran abandonados por las pulgas, que creaban por fin universos paralelos. Cada encendedor lucía al primer intento, en cada frase proferida asomaba una buena nueva o alguna rompía inesperada un silencio insufrible. No se supo de papel untado con pegamento sin adherir completamente a las superficies. Los grifos en los lavamanos y en las cocinas que contra toda certidumbre gotearían a perpetuidad, dejaban de hacerlo. Si alguien iba en la última página de una novela entrañable, se añadía otra tal que no la acabase, y si alguien abría una botella de agua mineral con gas este no se evaporaba. Ninguna llave quebrada en la cerradura. Ninguna cuerda de guitarra cortada. Ningún borracho inoportuno en una fiesta. Nada de citas postergadas, nada de líneas telefónicas ocupadas ni de maceteros o pianos cayendo desafortunadamente sobre los peatones. Lo mejor fueron las sopas de letras, cuyos caracteres, en lugar de repartirse sin orden ni consuno, daban a leer –humeantes– que en el límite de nuestras palabras se encuentra el límite de nuestro mundo.

François Léon / 40 años / Ñuñoa


 

Tercer lugar:

Un pétalo de rosa

Durante horas y horas, en páginas y páginas he recorrido febrilmente, anhelante, desesperadamente, buscando ese pétalo de rosa color malva del ramo inolvidable que él me llevó aquella primera vez.

La prueba de que así fue. Que hubo una vez, una emocionante primera noche en que tocó el timbre de mi casa, donde lo esperaba con el corazón desbocado.
Cuando apareció más hermoso que lo recordado, más alto que lo calculado, graciosamente escondido tras un ramo de rosas color malva.
Luego me relataría, riendo, la expresión de mis ojos que miraban alternadamente los suyos y las flores sin decidirme a tomarlas o besarlo.

Yo sé, yo sé que guardé uno de esos pétalos porque siempre temí que se iría. Y quería tener una prueba de que fue cierto.
Dónde, dónde Dios mío, habré puesto la certeza. Dónde, en cuál libro, entre qué páginas se esconde, que no la encuentro …

A lo mejor allí quedará hasta que me rinda a la evidencia de que no fue cierto, que nunca llegó, que nunca me amó.
Que nunca eligió para mí un ramo de rosas color malva.

-Mamá, estoy leyendo “Lo que queda del día” que me recomendaste. Aquí hay un pétalo, ¿te interesa?

María Teresa Herreros / 82 años / Vitacura


 

Menciones honrosas:
(Hacer clic en el nombre para leer el cuento)

A pesar de su Alzheimer, mi madre es lo mejor de mi vida
Max Valdés / 59 años / Til Til

Agosto
Arantza Riquelme / 26 años / Santiago

Cada día un lujo
Enrique Marchant / 61 años / Ñuñoa

La moneda
Jordán Rodríguez / 26 años / Chile

Marinara
José Ignacio Azar / 37 años / Vitacura

Tania, la magnífica impostora
Marcia Scantlebury / 77 años / Santiago

27 de febrero
Paula Ulloa / 27 años / Temuco